lunes, 22 de abril de 2013

El Ingenio PLástico - Tal Cual

El ingenio plástico
La galería de arte ascaso presenta una variedad de dibujantes y temas locales. El curador Francisco Da Antonio hace un recorrido por 19 artistas que marcaron la pintura en el país. De la Belle Époque a la Modernidad muestra la visión positivista de un país que se incorporó al arte mundial
A finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, los pintores venezolanos se encargaron de plasmar en sus lienzos escenas heroicas, retratos familiares, figuras religiosas y desnudos que se acercaban al tema mitológico. Esta tendencia cambiaría con el tiempo y le daría paso a los paisajes de pueblos y ciudades venezolanas.
En la exposición De la Belle Époque a la Modernidad, inaugurada el pasado domingo en la Galería de Arte Ascaso, ubicada en la avenida Orinoco en las Mercedes, se muestra un recorrido de 19 pintores venezolanos que impactaron en la forma de ver y hacer la pintura en estos últimos tiempos.
Para su curador Francisco Da Antonio, la exhibición evidencia diversos temas, como el paisaje, la naturaleza muerta y lo humano. Motivos temáticos que se pasean por diferentes épocas en la historia del arte nacional.
La muestra comienza con Retrato de dama, una postal en un lienzo del creador Antonio Herrera Toro, dedicada a su amigo Alejandro Chataing, el 7 de julio de 1904. Luego se pasea por el reconocimiento de la naturaleza criolla con 5 piezas de Pedro Ángel González y Manuel Cabré, en la que el Ávila es la protagonista.
"Los pintores comienzan a descubrir los paisajes venezolanos. El mismo que pintaba escenas heroicas, momentos de la historia, se comienza a dar cuenta de la naturaleza en Venezuela. Es un descubrimiento del país", dijo Da Antonio.
Más que una obsesión, la inmensa montaña se convirtió en algo seductor. Cada creador descubrió que el emblemático cerro capitalino podía quedar plasmado en una tela y podía convertirse en paisaje ideal para mezclar colores y obtener texturas distintas.
Otros hacedores mostraron su visión del paisaje con un toque histórico, como es el caso de Pedro Centeno Vallenilla en 1939. En el óleo sobre tela, titulado Sinfonía avileña, se mezclan la vitalidad y la fuerza de la juventud. "Esta pieza es un canto a la raza, a la fuerza", mencionó el investigador.
El "recorrido histórico" continúa con un retrato de Armando Reverón, dos recreaciones florales de Federico Brandt y un par de obras en las que se refleja la ciudad de Rafael Monasterio. En estas últimas se comienza a ver la humanización de la ciudad, el paso a los edificios.
La visión de la realidad es abordada por César Rengifo y su obra La noche de los girasoles, en la que se observa a unos seres sumidos en la pobreza, pero que aún así despiertan cariño en el otro.
El hilo comunicante de la exposición es hacer notar la variedad de pintores y de temas locales; además de dar a conocer la visión positivista de un país que necesitaba incorporarse a la historia del arte.






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